La clase trabajadora se encuentra
en uno de los peores momentos desde el fin de la dictadura franquista. A los
recortes laborales y a la bajada generalizada de salarios deben sumarse ahora
los primeros efectos de la última reforma laboral del gobierno del Partido
Popular.
En dicha reforma, además de otro tipo de medidas, se acabó con la llamada “ultraactividad” de los convenios colectivos, medio principal por el que sindicatos y empresarios establecían las condiciones mínimas por las que se rigen los trabajadores a nivel de empresa, rama sectorial o territorialmente.
La ultraactividad implicaba
la permanencia en vigor del último convenio colectivo acordado (aunque hubiese
terminado su plazo de vigencia) hasta que se negociase uno nuevo, lo que
implicaba una progresiva mejora de los derechos de los trabajadores y obligaba
al empresario a aceptar la negociación.
Su eliminación permite que este se niegue a cualquier tipo de acuerdo y
espere a que finalice el periodo de vigencia del último convenio colectivo
negociado, cuando se pasaría a la aplicación del convenio superior (por ejemplo
el de la comunidad autónoma o el estatal) o en última instancia al contenido
del Estatuto de los Trabajadores.
De cualquier manera, esto supone una pérdida progresiva de derechos
laborales, que más allá de preocupantes recortes salariales y un aumento de
horas de trabajo, también implica a menudo la reducción de las condiciones de
seguridad de los trabajadores.
Nos encontramos ante un ataque a las bases del derecho sindical, que se
enfrenta ahora mismo a la pérdida de miles de convenios colectivos cedidos a la
avaricia de bancos y grandes empresarios.
Frente a estas agresiones, la única solución vendrá de la unión de los
obreros retomando las mejores bases del sindicalismo, organizando a la clase
trabajadora bajo un único brazo que pueda frenar las imposiciones neoliberales
del PP y de la Troika.
¡Contra los recortes
neoliberales, respondemos en las calles!
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