martes, 29 de septiembre de 2009

EL CHE: UN ROSTRO UNIVERSAL


Aun recuerdo cuando cogí entre mis manos un ejemplar casi desmigajado de su Guerra de guerrillas. No puede ser, me dije, mi mentalidad no es la del guerrillero. Sin embargo, quien me ofrecía aquel libro no paraba de repetirme que su vida había sido un ejemplo de dignidad. Además era un regalo, yo un lector entusiasmado, y no podía hacer otra cosa que leer aquella obra que empezaba con el discurso pronunciado por Fidel en la Plaza de la Revolución el 18 de octubre de 1967. De este hombre universal Fidel destacaba su sencillez por encima de sus dotes militares, siendo un guerrillero como fue. Una sencillez que supo soportar hasta la propia muerte, que le llego como a cualquier miserable, como a cualquier proletario.
Soportar digo, por que aprendió a vivir como un estoico, aprendió a sufrir allá donde había sufrimiento, y a combatirlo; por encima incluso de la fama de su nombre. Nos dejo su ejemplo de vida, de lucha. Nos enseño, en muchos aspectos, a sentir el espíritu internacionalista.

Tiene razón Fidel cuando afirma que se equivocan los que cantan victoria. Se equivocan los que creen que su muerte es la derrota de sus ideas, la derrota de sus tácticas, la derrota de sus concepciones guerrilleras, la derrota de sus tesis. Por que aquel hombre que cayo como hombre mortal, como hombre que se exponía muchas veces a las balas, como militar, como jefe, es mil veces mas capaz que aquellos que con un golpe de suerte lo mataron.
En efecto, ¿Cómo podía ser posible que este argentino recorriera la América Latina sin otro sentimiento que el humanismo? ¿Cómo podía entregarse un hombre de esta forma a la solidaridad, al hombre? Su sacrificio, que representaba solo la cara más famosa de un movimiento que contaba con miles de seguidores, fue una de las gestas más bellas de todo el pasado siglo. En Cuba, en su viaje por África y Asia, su comparecencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas o la aventura boliviana en busca del sueño de José Martí que acabo con su carne mortal…visto en perspectiva parece que tiene merecida fama, su rostro es innegablemente universal, sus gestos, sus vestidos, sus costumbres…el Che es hoy un icono.
Pero más allá del tópico y del mito, el ejemplo de Ernesto tiene que quemarnos la piel. Tiene que llevarnos a la decisión, a mostrar la cara por la miseria de los oprimidos…Cuando se hable del deber profundo, de la lucha ejemplar que nunca para por conseguir el pan de todo el mundo, estaremos diciendo Che Guevara. Estaremos diciendo Che Guevara en Venezuela, en Colombia, en Honduras, en Mexico, en Cuba…por que su muerte trasciende al hombre y se escribe en la Historia, inmortalizándole y sirviendo de materia prima para la lucha en América Latina.
Por eso hoy, en estos instantes de recuerdo, elevemos nuestro pensamiento y nuestro optimismo en el futuro, con optimismo absoluto en la victoria definitiva de los pueblos, digamos al Che, y con el a los héroes que combatieron y cayeron junto a el.

¡Hasta la victoria siempre!

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