Dado el carácter público del acto, y teniendo en cuenta que muchos de los miembros de las Juventudes Comunistas de Salamanca estudiamos en dicha universidad, decidimos acudir puntuales a la visita de la feliz pareja. Hasta aquí nada extraño.
Cual fue nuestra sorpresa cuando antes de llegar a la zona de recibimiento, fuimos interpelados por las fuerzas de seguridad. En un alarde de talante democrático nos retuvieron(que no detuvieron) durante unos 40 minutos, incautándonos los documentos de identidad, los cárteles y banderas que portábamos. Estos dos últimos no nos fueron devueltos, a pesar de solicitarlo.
No hay ley que justifique esta actuación, solo existe una directriz por parte de los políticos a los altos mandos policiales de la ciudad. Y es que no puede ser visible el rechazo a esta anacrónica y antidemocrática institución. El objetivo es claro, silenciar a parte de la ciudadanía, que en un acto público decide usar su libertad de expresión.
Que nadie se engañe, no fue por motivos de seguridad, ni siquiera fuimos registrados. No representábamos amenaza alguna para la seguridad de tan excelsas figuras. Representábamos una amenaza para la impoluta imagen de la institución que impuso aquel hombre bajito con afición a dejar las cosas atadas y bien atadas.
Supongo que si uno no puede ejercer el derecho a expresarse, tendremos bien a convenir que vivimos en una democracia parcial. Eso sí, monárquica y parlamentaria. Por la gracia de Dios.
Cual fue nuestra sorpresa cuando antes de llegar a la zona de recibimiento, fuimos interpelados por las fuerzas de seguridad. En un alarde de talante democrático nos retuvieron(que no detuvieron) durante unos 40 minutos, incautándonos los documentos de identidad, los cárteles y banderas que portábamos. Estos dos últimos no nos fueron devueltos, a pesar de solicitarlo.
No hay ley que justifique esta actuación, solo existe una directriz por parte de los políticos a los altos mandos policiales de la ciudad. Y es que no puede ser visible el rechazo a esta anacrónica y antidemocrática institución. El objetivo es claro, silenciar a parte de la ciudadanía, que en un acto público decide usar su libertad de expresión.
Que nadie se engañe, no fue por motivos de seguridad, ni siquiera fuimos registrados. No representábamos amenaza alguna para la seguridad de tan excelsas figuras. Representábamos una amenaza para la impoluta imagen de la institución que impuso aquel hombre bajito con afición a dejar las cosas atadas y bien atadas.
Supongo que si uno no puede ejercer el derecho a expresarse, tendremos bien a convenir que vivimos en una democracia parcial. Eso sí, monárquica y parlamentaria. Por la gracia de Dios.
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