En la mañana de ayer fueron muchas las personas, que fueron a despedir a Marcelino Camacho.
Compañeros, camaradas, trabajadores, quisimos dar el último adiós a un luchador por las libertades, por los derechos de la clase obrera, a un militante "con las manos limpias de corrupción, unas manos forjadas en el tajo".
Un militante que luchó hasta el final y que sus últimas palabras, como nos confesó su mujer Josefina, fueron: "Si uno se cae, se levanta y sigue adelante". Un fiel reflejo de su incesante lucha que empezó cuando era un adolescente y movió las vías del ferrocarril para que los trenes que llegaban del bando fascista no llegara con total tranquiidad a Madrid.
Compañero Marcelino, tu ejemplo siguirá presente en nuestro trabajo militante. Y por supuesto, "Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos domesticarán"
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