En
efecto, los compañeros y compañeras de Somonte, siguiendo el ejemplo de pueblos
como Marinaleda, han puesto en producción tierras baldías, repartiendo el
trabajo y los beneficios entre los trabajadores y trabajadoras, creando empleo
y riqueza, en una tierra que es rica, y convirtiéndose de facto en sus
legítimos propietarios y propietarias.
Ejemplos
como el de Somonte nos hacen cuestionar algunas de las premisas que sostienen
los capitalistas en la actualidad, como el hecho de que una producción
ecológica no es sostenible. En Somonte queda demostrado que lo que no es
sostenible es una agricultura orientada a la producción y la obtención de
beneficios basados en términos monetarios que esquilma los recursos de la
tierra y que destruye puestos de empleo, condenando a la sociedad andaluza al
paro.
Allí,
en cambio, se respeta no solo la dignidad del hombre, que se basa en su trabajo
como indicaba Marx, sino que se respeta también al medio ambiente, cuidando el
rico vergel que en el futuro dará empleo digno a muchos jornaleros y jornaleras.
Las primeras cosechas de melones, sandias, pimientos, calabacines y berenjenas,
todos productos ecológicos, así lo atestiguan.
Pero
Somonte también es ejemplo de un pueblo dedicado a la lucha. Allí todas las
actividades se combinan con la conciencia de clase. Los jornaleros y jornaleras
del SAT se reparten el trabajo en asambleas, demostrando que el socialismo es
el único sistema verdaderamente democrático y que el trabajo no está reñido con
la política, en el sentido de que ésta puede orientarse al beneficio del pueblo
cuando son los trabajadores y trabajadoras quienes están al frente de ella.
Por
eso, desde las Juventudes Comunistas en Salamanca mostramos todo nuestro apoyo
y toda nuestra solidaridad con la nación andaluza y los jornaleros y jornaleras
del SAT que en sitios como Somonte nos siguen demostrando que otro mundo es
posible, que una reforma agraria y laboral que protejan a la clase trabajadora
son necesarias, y que la lucha de clases sigue vigente… demostrando, en
definitiva, que un pueblo organizado y concienciado es capaz de plantar cara y
vencer al capitalismo allí dónde se lo proponga.
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