sábado, 29 de diciembre de 2012

Sobre la injusticia

El gobierno niega el indulto a David Reboredo, un gallego que en la actualidad se dedica a ayudar a todos aquellos que, como él hizo, quieren dejar las drogas. Si nadie lo evita se comerá siete años de cárcel, un sitio que, para el que no lo sepa, es un criadero de yonkis.

No titubean, en cambio, a la hora de indultar a sus compadres, socios en el negocio de la corrupción, o a sus perros policía que tan bien se aplican a la hora de torturar a esta pobre gente, a veces sin ningún motivo más que el de reivindicar los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras, como el compañero Alfon, de Vallecas. Hasta José Tomás indulta más toros, y con mejor criterio.


Tal vez haya llegado la hora de defender nuestra libertad y nuestros derechos a tiros, como defienden los traficantes de Pizarrales o Buenos Aires, en Salamanca, su negocio, ante la pasividad de las fuerzas del orden, que en este otro tipo de cuestiones se aplican de forma mucho más cautelosa ¿a caso la ley no es igual para todos y para todas?. Tendremos que devolverles ojo por ojo cuando, por no salir de la nación gallega, veamos que mueren compañeros por satisfacer las demandas de los ricos, es el caso de Antonia González, percebeira de Rinlo (Ribadeo), muerta “por un golpe en las rocas”. También porque los servicios encargados de rescatarla tardaron más de cuarenta minutos en llegar.

Puede ser que la diferencia radique en que, mientras países como Ecuador los dirigen doctorados en economía en universidades norteamericanas y maestrías en universidades europeas, a España la dirige un triste registrador de la propiedad que tan siquiera sabe hablar inglés. Mientras unos salen del subdesarrollo a marchas forzadas con un sistema que se perfila como el socialismo para el siglo XXI, otros se ahogan en una crisis económica de la que tardarán décadas en salir, auspiciados por los designios de la troika y un ministro de economía asesor de Lehman Brothers, socio de Endesa y habitual tertuliano en los círculos del Opus Dei o Intereconomía, hablo, en efecto, del ministro de Guindos.

Tienen razón Anguita y el Frente Cívico “Somos Mayoría” cuando afirman que ha llegado la hora de crear un contrapoder alternativo al margen de las instituciones. Lo poco que quedaba del actual sistema, heredero de la transición, ha sido barrido de un plumazo con la reforma de la constitución promovida por los dos partidos dominantes, sin tan siquiera un referéndum previo. Lo mismo que los gobiernos tecnocráticos de Papademos en Grecia o Monti en Italia, ambos socios de Goldman Sachs, y que son los primeros gobiernos de las democracias occidentales después de la segunda guerra mundial que no han sido elegidos en unas elecciones generales. Pero todavía se atreven a acusar a países como Venezuela, Bolivia o Cuba de ser dictaduras. Consideran, por el contrario, que el hecho de que un tipo como Berlusconi, acusado de corrupción de menores entre otros cargos mucho más graves, se presente a las elecciones, es síntoma de la salud democrática de los países miembro de la Unión Europea.


Tenemos que empezar a distinguir entre lo que es legal y lo que es lícito, y dar un paso al frente ante la injusticia de un sistema que comienza a tomar la forma de una dictadura de clase contra los trabajadores y las trabajadoras, si es que alguna vez dejó de ser simplemente eso.
Por Gustavo, militante de la UJCE.

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