miércoles, 14 de agosto de 2013

CONTRA LA PRECARIEDAD LABORAL, ¡REVOLUCIÓN!

¿Quién no ha oído alguna vez “Mejor este trabajo que nada” o “No se puede rechazar ningún trabajo”? Estas expresiones muestran la desesperación de una clase obrera que busca cualquier medio para lograr su manutención y la de su familia en un país que no le garantiza la vivienda ni unas condiciones dignas de vida. Pero estas frases hechas también esconden una forma de explotación, hábilmente escondida por los empresarios con eufemismos como flexibilidad laboral, la precariedad.

En momentos de crisis como el que estamos atravesando, los empresarios aprovechan la necesidad de trabajo para arrebatar cualquier derecho conseguido a base de lucha y más lucha por la clase obrera años anteriores. La precariedad laboral es solo una muestra de lo que ocurre cuando se pierden estos derechos básicos obligando al obrero a aceptar cualquier trabajo bajo unas condiciones impuestas por el explotador.




Pero, ¿qué entendemos por precariedad laboral? La mayoría de nosotros cree, acertadamente, que la precariedad es la disposición a ser despedido en cualquier momento, es decir, carecer de estabilidad en el puesto de trabajo. Este tipo de precariedad se muestra en nuestra sociedad bajo las palabras “trabajo temporal” que no es más que generar mano de obra barata y fácilmente sustituible demostrando que para el capital, el obrero, no es más que otro tipo de mercancía. Este tipo de contratación es visible durante el verano y es motivo de regocijo para la clase dirigente ya que “baja el paro” a pesar de que el trabajo generado sea de ínfima calidad para el empleado. Pero ¿qué les importará a estos siervos del capital las condiciones de vida de la clase obrera?

Pero amigo obrero, ésta no es la única forma de precariedad. Otro tipo afecta a la retribución recibida por el trabajo realizado. En estos momentos en el que el FMI y otros organismos al servicio de la clase burguesa están pidiendo que se rebaje el salario mínimo o que directamente se elimine este tipo de precariedad es bastante visible. Este hecho aumenta la desesperación de la clase obrera que se tendrá que pluriemplear siempre que sea posible si quiere vivir con algo de dignidad ya que la mayor parte de las veces el sueldo recibido no cubrirá sus necesidades básicas y lo condenará a una mera supervivencia. Vivir para trabajar, trabajar para vivir.



Y si creías que esta peregrinación por el desierto del capitalismo había acabado, todavía existen más formas de precariedad como es la que depende del tipo de jornada de trabajo. Hace unos días la CEOE propuso que el empresario pudiera imponer a un trabajador a tiempo completo un contrato a tiempo parcial y acompañando a esta medida una “revisión” al alza de las horas complementarias y horas extras que puede realizar el trabajador. Es decir, trabajar más tiempo por el mismo dinero. A efectos prácticos estamos reduciendo el sueldo del trabajador y aumentando la plusvalía que roba el empresario.

Pero el mayor problema de la precariedad son los métodos con los que la clase empresaria la disfraza. Ya hemos hablado de su gran habilidad para denominarla con eufemismos como “flexibilidad” pero otro de los métodos es empapar a la precariedad con el patriotismo más barato, incitando a la clase obrera a aceptar estas condiciones para “salir de la crisis”, “por el bien del país” o para aumentar la competitividad “porque los chinos nos comen el terreno”. Todo esto oculta que el único beneficio se lo llevan ellos, viendo aumentado su capital exponencialmente sin dar un palo al agua.

Ante todos estos ataques no queda más opción que la revolución. Movilízate contra el capital y demuestra que el único trabajo precario es el del empresario porque sus beneficios dependen de nosotros y nosotras. ¡Responde en las calles y lucha!

A modo de anécdota quiero recordar la frase de Jose Luís Feito, presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE hace un año:

“Hay que aceptar cualquier trabajo aunque sea en Laponia”

A este señor le sugiero que el que se vaya a trabajar a Laponia sea él y a ser posible con un pico y una pala.


Un saludo revolucionario

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