Ser rebelde es ser
inteligente, porque para ser rebelde hay que pensar. Un acto rebelde no es
aquél que realiza cualquiera al tirar una papelera o quemar un contenedor, no.
Un acto de rebeldía lo realiza aquél que ante una norma, orden o ley impuesta
por cualquier tipo de autoridad, se planta, no la cumple o hace todo lo
contrario. Pero esta persona no se planta porque sí, esta persona se planta
porque previamente ha analizado dicha ley y ha llegado a la conclusión de que
es injusta y por ello ha realizado un acto de rebeldía.
Este acto de rebeldía
es plenamente legítimo, pero ilegal, y el poder criminaliza este tipo de actos
convirtiendo a estos rebeldes en
ilegales y por ello son perseguidos, torturados y encarcelados con el
objetivo de expandir el miedo y evitar así que la gente despierte y se rebele.
Pero ante esta situación me rebelo, ante la LOMCE
me rebelo, ante las privatizaciones me rebelo, ante la amnistía fiscal me
rebelo, ante la abolición de derechos de los trabajadores me rebelo, ante la
ley del aborto me rebelo, ante la precariedad de la sanidad y de la educación
me rebelo, ante los mercados me rebelo, ante esta mierda que nos venden por
democracia yo me rebelo.
Sé que rebelarme hoy
no sirve para nada, nada va a cambiar, pero de todos modos yo mañana me volveré
a rebelar y no pienso parar, me declaro en estado de rebeldía hasta el final de
mis días y éste será mi objetivo en la vida, ya que si hasta mi último día sigo
siendo rebelde significará que hasta mi último día habré pensado. Y esto es con
lo que quiero que os quedéis, pensar es lo importante, que no somos máquinas
que somos personas, interiorizadlo y es que pensar es lo que verdaderamente nos
hace humanos.
Por ello os pido que
os rebeléis, porque ser rebelde es más que un sentimiento, ser rebelde hoy en
día es una necesidad.
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