En
este Primero de Mayo, después de más de cuatro años desde que estalló
la crisis del sistema capitalista, la juventud trabajadora debemos traer
una vez más a la memoria la lucha de todos aquellos que no se
resignaron, que plantaron cara a la pauperización de sus condiciones
laborales, siendo la labor de continuar su lucha una obligación para
todos nosotros y nosotras.
En
medio de una ola de recortes sin precedentes, el ejemplo de los
Mártires de Chicago debe servirnos para hacer frente a estas medidas
destinadas a sumir a la clase obrera en unas condiciones de vida y
laborales cada vez más pobres. Mientras que la oligarquía sigue
llenándose los bolsillos, con el apoyo de un Estado y un Gobierno fieles
a sus intereses, a los jóvenes nos hunden en el pozo de la precariedad,
del paro y de la emigración.
En
crisis de este tipo se descubre la verdadera naturaleza del Estado
capitalista, que no es más que una herramienta en manos de unos pocos
empresarios para someter a la mayoría de la población. Las y los jóvenes
comunistas ya hemos visto claro que la única manera de que nuestra voz
sea escuchada y de ser forjadores de nuestro propio destino es con la
construcción de un sistema alternativo, un sistema donde la gestión de
los recursos y la organización del trabajo corra de nuestra cuenta, de
la del conjunto de la clase obrera.
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